jueves, 6 de marzo de 2014

LAS VERDADES DE IBIRICU

Las campas de Olarizu de Vitoria.

Vitoria-Gasteiz es la capital, actual, de Euskadi; es la más meridional, castellana y española, de las tres ciudades vascas: Bilbao, San Sebastian y Vitoria que  son, hoy día,  las de mayor relevancia de esta Comunidad Autónoma.
Estamos a finales de febrero y, visto lo visto, será mejor definirle  como loco que como corto: “febrerillo el loco”.
Hoy hace un día de sol espléndido y la temperatura es muy elevada para la estación y doy por cierto que puede ser la excepción que confirma la regla del transcurrir del tiempo, climatológicamente hablando, del resto de los días del mes.
 Lo dicho sobre el tiempo es cierto y verdadero y por tanto verificable por cualquiera que tuviera la necesidad de hacerlo, y así lo hemos podido constatar. Quizás por esta circunstancia Ibiricu y yo hemos terminado nuestra andada temprano; hoy ha tocado pasear hacia las Campas de Olárizu, y antes de la media mañana hemos empezado nuestro parlamento, sentados en un banco de la calle Jacinto Benavente,  calentando nuestros huesos al sol.
Lo dicho de la capitalidad de Vitoria, se puede verificar con facilidad, ya que todo el mundo sabe que así es. Por tanto no hace falta que el Notario Mayor del Reino de fe de ello. Lo es desde que Álava renunció voluntariamente a sus fueros para poder integrarse, también de modo voluntario, en la Comunidad Autónoma del País Vasco. (Octubre de 1.979. En referéndum y con un apoyo de más del noventa por ciento  de la población, con el que fue aprobado el Estatuto de Guernica).
Y el tema de la capitalidad de Vitoria, tanto de la provincia como de la Comunidad Autónoma, es el meollo de nuestra conversación, esta mañana.
En el barrio dicen que somos dos frikis, un tal para cual. Y no se bien a qué se refieren; si acaso lo seremos por nuestra estrafalaria forma de vestir, o quizás por nuestro adusto carácter. A Ibiricu le suelo decir que es más raro que un “perro verde”. 
— ¡Escúchame, Andoni! Hasta cuando vas a aguantar esa parca,  la vistes desde que te conocí, hace más de cinco años. Con el tripón que tienes y si te la abrochas, parece que vas a reventar de un momento a otro.
—No me quedan cuartos para comprar otra. El dinero, ahora, está a buen recaudo: para los hijos y los nietos—Para mi no queda nada, Anselmo.
—Con esa pinta y con ese bigotazo pareces una foca grasienta, Ibiricu. Grasienta y mugrienta—Le espeté.
— ¡Maldita sea! Mira quien fue a hablar. El tabardo te está tan ancho que puedes darte la vuelta dentro— ¿En que rastro lo  compraste?
—Lo he heredado de José, mi hijo . Me está un poco ancho, pero tampoco es para tanto. No hay dinero y  el poco que tengo lo gasto en lo mismo que tú—¡Maldita miseria!
Si, pero con el bigotillo y esa cabeza de chorlito que tienes, pareces un “ratón de armario”— ¡O menos aún!
 — ¡Cuidada, cuida! Los pequeños tenemos dos palmos bajo tierra ¿No conoces la fabula de la pulga y el elefante? ¿Si? Pues eso.
—Aterrorizado estoy, Anselmo.  Pero respetémonos más y no crucemos ninguna línea roja, no sea que demos la razón a los que dicen que somos dos frikis.
—Pelillos a la mar, Anselmo. Y cambiando de tema ¿Que te ha parecido lo que está pasando en Navarra? Al asunto de echar a la Barcina, me refiero.
—Pues qué quieres que te diga, si los partidos navarros creen que hay motivos para echarla y se siguen los pasos reglamentarios, pueden hacerlo. Creo
—Pero los partidos mayoritarios dicen, que si entra Bildu en el gobierno de Navarra su anexión a Euskadi está garantizada.
—Ya lo veremos, “dijo Homero”. Bildu es un partido como los demás, está legalizado y puede votar y proponer lo que quiera; dentro de lo que establecen las leyes.
—Eso pienso yo también, pero para hacer tal afirmación hay que conocer bien la historia de Navarra y de Euskadi.
—El próximo día te hablaré de ello. Yo pienso que si soy un buen conocedor de esa historia. Mientras tanto cierro la conversación con una pregunta:

¿Quizás pueda ser que, también en Euskadi, “los hijos quieran afilar sus dientes en los huesos de sus padres”?

No hay comentarios:

Publicar un comentario